tan afín a robarse retablillos
entre aplausos azules y amarillos
recibió de un enano la estafeta.
De sus hilos pendiente la indiscreta,
manejada por tantos dedos pillos
que ostentan orgullosos sus anillos,
cede asientos a aquella prole prieta.
La maleta donde al final se mete
la madera que pudo bien ser leña
o el palo de la bomba del retrete
guarda un peine y el gel que da a esa greña
la forma y consistencia de un copete,
que miro y me recuerda a cierta peña.